21/03/2019
Mª. Dolores Guillamón Fajardo
Presidenta de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de Castellón
Un 20 de enero de 1901 se reunieron 82 empresarios en la sede del Círculo Mercantil e Industrial. Serían los primeros miembros de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Castellón, que se fundaría ese mismo día.
El camino no había sido sencillo. Desde que un Real Decreto de 1886 promovía la fundación de estas instituciones en España amparándose en la necesidad de contar con organismos dedicados a potenciar y fortalecer los intereses de la industria y el comercio, como ya tenían la mayor parte de países del mundo, no se había cejado en instar a los poderes públicos para que se autorizara su constitución.
Mientras, Vinaròs, en 1886, ya contaba con una Cámara, gracias fundamentalmente a que era el único de los cinco puntos de embarque de la provincia que disponía de unas adecuadas instalaciones portuarias y poseía un importante dinamismo comercial, en especial, basado en la exportación de vino. Pervivió hasta 1914.
La provincia, y en especial la ciudad de Castelló, estaba en un proceso de transformación económica. En agricultura, la naranja comienza a tener un peso específico en el conjunto de la economía y, en la industria, si bien sectores tradicionales como el textil y el calzado seguirán viviendo un periodo de expansión, el desarrollo de la fabricación de azulejos inicia su despegue, que no abandonará, más allá de los vaivenes de la economía, hasta nuestros días.
En las primeras actuaciones de aquella primitiva Cámara ya se observan los leit motiv que la van a guiar y que, en buen parte se han mantenido a lo largo de los años. De un lado, la necesidad de contar con unos adecuados medios de comunicación que permitan el acceso a los diversos mercados, focalizando el esfuerzo en reivindicar el puerto del Grao de Castelló; el ferrocarril, mejorando los servicios del eje norte – sur y la configuración de una red secundaria que facilite el transporte de mercancías entre el interior y la costa; y la adecuación y construcción de carreteras que igualmente favorezcan el desplazamiento de mercancías y personas.
En segundo lugar, la potenciación del comercio exterior. No en vano, la economía castellonense ya se caracterizaba por su carácter eminentemente exportador. En esta área, la Cámara comienza a organizar misiones comerciales y la asistencia a ferias, congresos y exposiciones.
En tercer lugar, la formación de adecuados profesionales, como un elemento indispensable para mejorar la competitividad. Desde un inicio, la Cámara promueve la educación mercantil “para poner a los jóvenes en disposición de ocupar empleos en establecimientos comerciales e industriales” y en 1930 se funda la Escuela Particular de Comercio.
Otra de las actuaciones de la Cámara desde sus orígenes está en ejercer como grupo de presión frente a las políticas fiscales de los distintos gobiernos, no siempre acordes con los intereses del empresariado castellonense.
En estos inicios se actúa también como mediador para resolver las cuestiones que surgen entre comerciantes, industriales y navieros, antecedente claro de la actual Corte de Arbitraje.
Además, inicia su presencia en organismos e instituciones, como la Junta de Obras del Puerto, así como las colaboraciones y relaciones con diferentes entidades.
Y, no podemos olvidar, que nace con vocación de representar al conjunto del empresariado de la provincia. Y a pesar de que en sus comienzos tiene un predominio local, poco a poco, se consolidará en el territorio.
Desde estos inicios ha pasado más de un siglo en los que nuestra sociedad y nuestra economía han atravesado diferentes momentos, unos de prosperidad y otros de dificultades. La Cámara no ha dejado de ser un reflejo de esas luces y sombras, pero en todo este tiempo ha mantenido el compromiso que en sus albores la definieron, representar y defender los intereses del comercio, la industria, la navegación –término que se incorporó en 1947- y los servicios de la provincia de Castellón. Y lo hace utilizando diferentes mimbres: siendo interlocutor ante los poderes públicos, prestando servicios de utilidad para el empresariado, acercándose al territorio, promoviendo actuaciones que redunden en beneficio de nuestra sociedad y, amparando al conjunto de empresarios y empresarias, sin distinción, de nuestra provincia.
En 1997 di el paso a formar parte del Comité Ejecutivo de la Cámara y en el año 2013 asumí la presidencia de esta Corporación, siendo la primera mujer en ocupar este cargo. No ha sido un período precisamente fácil, ha sido un tiempo de decisiones complicadas y, a veces dolorosas, y de asumir riesgos y nuevos retos. Al final, con el esfuerzo de muchas personas, de fuera y de dentro de la corporación, hemos logrado consolidar esta institución centenaria, reencaminarla hacia un futuro que deseo largo y fructífero.
La Alta Distinción que otorga la Diputación Provincial a la Cámara, es un homenaje a todos esos empresarios y empresarias de Castellón que creyeron y creen en esta corporación, pero también a las trabajadoras y trabajadores que a lo largo de los años han aportado su buen hacer y, por extensión, a la sociedad de Castellón, en la que la Cámara está inmersa y a quién, en definitiva, se debe.
Un reconocimiento a una institución, que es centenaria pero adaptada a los tiempos e ilusionada por seguir aportando su granito de arena a la prosperidad de la provincia de Castellón.
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